Llega Elena un día de verano mientras regaba una planta que acabo de trasplantar desde mi jardín colgante de Babel hasta el jardín de los pinos limoneros, y me dice: Hey Fer ¿te vienes a Córdoba?
-¡Ahhh! -exclamo con gran vigor- ¡qué placer, cuánto placer, Córdoba nada más y nada menos ¡pues claro! ¿cuándo partimos? Ya me estoy lavando las manos, ya me quito la tierra de las uñas, ya me preparo un bocadillo (a mí me dan hambre los entusiasmos igual que me entran ganas de beberme una cerveza cuando me lo estoy pasando bien y me encuentro a mis anchas.
Nunca supe qué significado tenía esta canción de García Lorca (Córdoba, lejana y sola) y un día así se lo hice saber a Sparrow: Oye, Sparrow ¿qué significa para ti esta canción? A lo que Sparrow me contestó, en su estilo críptico a lo Heráclito de Éfeso: Significa que Córdoba está allí, lejana y sola, y tú estás aquí, solo, y te gustaría ir allí, pero estás aquí, y por mucho que intentes alcanzarla, Córdoba siempre estará allá, lejos, y sola y tu aquí, nostálgico, porque nunca la podrás alcanzar.
Me gustó el comentario de mi amigo, pero no me quedé convencido del todo, por lo que le serví un güisqui diq de 12 years, para ver si así se enrollaba un poco más, porque en realidad lo que queríamos era hablar por hablar y escuchar música y entender o no la canción de Lorca en esos momentos era lo menos importante, porque la poesía no se entiende, se siente. Llega un momento en tu vida que dices: ¡ahora entiendo la canción de Lorca! (habría mucho más que decir sobre esto pero no quiero abusar de vuestra paciencia, así que creo llegado el momento de realizar el siguiente envío a la ventanita de facebuq. Avisaré a Lucy después.
Recordemos que este poste es para pegar mis impresiones de tres días en Córdoba, y la huella que ha dejado en mi atribulada alma.
Sigo: Así que estábamos en que llega Marisa Providencia a mi refugio y me dice: Fer ¿quieres ir a Córdoba?
Pos claro, le respondo, siempre me gustará ir a Córdoba, lejana y sola, antes que la muerte me visite siempre querré ir a Córdoba, cuéntame, Marisa, estimada compañera, el plan (me encantan, me chiflan, me dislocan los planes, ahhhh (grito histérico, mordedura de uñas)).
-Pues se trata de que hay unas jornadas feministas en Córdoba, en la Facultad de Filosofía y Letras.
-¡Qué bien!
Tengo mis dudas sobre el feminismo, no porque yo no sea feminista, sino por todo lo contrario: soy feminista a tope, tanto que no necesito que haya jornadas feministas en ninguna parte, pero de todos modos, como las hay, siempre me gustan las reuniones sobre cualquier cosa: allá donde se reúna gente que hable de cosas, allá me gusta ir a mi, bien sea para asistir personalmente, bien sea para acompañar a Marisa Providencia, mi compañera, y de paso visitar nuevamente Córdoba. Me gustan no solo los temas, sino cómo los aborda la gente, cómo los expresa, cómo los habla la gente, la entrada y salida de gente, las reuniones de gente... el ritmo de la gente, la musicalidad de las palabras, los acentos, los tonos... Ver la gente pasar, entrar, salir, comer, beber, reírse... comentar, desdecirse...
He de reconocer pues que mi motivo principal para ir a estas jornadas no era el feminismo, sino el viaje, las palabras, las visiones y los acentos, entre otros, como veremos, si tenéis paciencia y ganas.
Y ha llegado el momento de abordar el segundo asunto de entre los enunciados: los viajes. Tal como nos enseñó Javier Reverte, el ilustre escritor de viajes, hay que viajar, aunque no se entienda bien por qué. Y hay que aprender a viajar: viajar mirando. Pero son las nueve menos cuarto, y es hora de dar un paseo por la ribera del mar, y mirar allende el océano. Mirar las olas cómo rompen, cómo se deslizan por la orilla y regresan. Luego seguiremos, o quizás mañana...
Me quedé en Los Viajes; pero no quiero hablar sobre los viajes en general, sino sobre el Viaje a Córdoba en particular. Dijo y dice siempre Javier Reverte, escritor de viajes, que éstos han de hacerse solo. Quiere decir: que hay que viajar solo, sin compañía: es como se aprende, se mira, se huele. Tiene razón Javier ¿cómo habría yo de quitársela? las razones no se pueden dar ni quitar así, sin más ni más; pero como todo en la vida, es relativo: podemos ir a Córdoba juntos, pero cada cual tira luego por su lado, y así, Marisa Providencia tiró para la Facultad de Filosofía y letras, mientras yo salí del hotel algo más tarde y me dediqué a vagabundear un poco por la ciudad, y entré en los bazares a buscar teteras. Encontré una que me gustó: era barata.
Le prometí al bazarero que volvería, que antes iba a dar un garbeo por la ciudad. Primero fui a la Facultad de Filosofía y Letras, que está en pleno centro de la Judería, y recorrí patios y pasillos, y vi un cartel "siga por aquí", y una flecha, y de pronto me encontré con una larga mesa y gente detrás, invitándome a inscribirme en las jornadas feministas: leí en los carteles los programas de las sesiones: había muchos y variados: me encantó uno que ponía: la mujer en el Islam; pero como soy un poco ácrata (o más bien flojeras) y odio los bullicios de gente apelotonada y las inscripciones y sobre todo odio que me cuelguen del pecho un cartel aunque ponga PODEMOS, y sobre todo odio que me den instrucciones delante de una muchedumbre de gente entusiasta que grita mucho, porque no me entero de nada y odio decir "ah qué bien" sin haberme enterado primero bien de lo que se me dice, pues prefiero entrar en El Salón de Actos sin inscribirme y sin colgarme del pecho ningún cartel.
¡Ah qué bueno, me gusta el ambiente, al fondo están los ponentes, habla ahora una señora sobre los vientres de alquiler, busco a Marisa por la sala, procuro no ser escandaloso, así que primero me siento y trato de escuchar sin dejar de buscar a Marisa con la mirada, cuando al fin la veo y me acerco hola qué, ¿interesante? Mucho. Me encanta el ambiente, me encanta venir a Córdoba no como turista, sino como oyente de unas hornadas feministas y hacer rabona ¡es maravilloso, me entran ganas de ir a jugar al futbolín!
Después de los vientres de alquiler viene una profesora de Barcelona experta en la mujer en Al Andalus y Sefarad. Me encantan estas tres palabras: Mujer, Al Andalus, Sefarad, y si las tres palabras van juntas mejor que mejor: Mujer, AL-Andalus, Sefarad. Cuando vuelva a casa buscaré novelas sobre Abderrahman III.
He encontrado novelas sobre Abderraman III en particular y sobre la Edad Media en general, muchas. Así que me las bajo y las envío a mi kindle por módico precio.
El primer día comimos en un restaurante en un típico patio cordobés lleno de macetas azules. Comí flamenquín serrano, y mientras degustaba y flotaba con los efluvios escuchaba la música de fondo que tenia puesta el barman: música country americana. Le dije a Marisa, pedantescamente:
- Hubiera pegado música de guitarra, pero bueno. es como si voy a Nebraska y escucho música española de patio cordobés en lugar de country; pero ¿por qué no? Al yanqui que viene a España le gustará escuchar música de su país, y si voy a Nebraska o a Virginia me gustara escuchar música de mi país. Lo importante no es que la música haga juego con el paisaje, sino que haya música y haya paisaje.
Marisa escucha mi rollo sin inmutarse
Tras una breve siesta en el Hotel Averroes salimos de marcha hacia la faculta de filosofía y letras, que es donde nos encontraremos los feministas. El programa de presentación de la tarde es interesante: un paseo por las calles de Córdoba visitando rincones que tienen que ver con las mujeres, a cargo de Juana, una joven entusiasta, y de otra voluntaria cuyo nombre se me ha olvidado. Me encantó la forma natural de exponer de Juana, y eso que no la escuché en cada una de las etapas del paseo, porque me dolía uno de mis pies (el traumatólogo me ha diagnosticado pie cabo) y para descansarlo debía buscar un asiento adonde no siempre llegaba la voz de Juana. Me encantó el paseo, que pasó por la plaza del Potro, famoso por ser lugar de encuentros prostitucionales (vaya palabreja que me ha salido), y acabamos -maravilla de las maravillas- en la Plaza Corredera.
Cenamos en la misma Plaza del Potro, cercana a nuestra morada. Unos músicos -como no podía ser menos en Córdoba- animaron la velada.
Sábado 3 de octubre.
Marisa salió antes del hotel, yo me quedé en la cama un rato más descansando uno de mis doloridos pies,
Había quedado con Marisa a las doce, hora de descanso, y como tenía tiempo de sobra subí a la torre campanario de la mezquita, para degustar la vista y hacerme una idea de dónde me encontraba situado: por allá el alcázar, al fondo la Corredera, por ahí cerca la facultad de Filosofía, donde tienen lugar las jornadas.
Después del descanso de las doce fue cuando me decidí a entrar a escuchar a algunos de los ponentes.
A las salida del mediodía comimos en otro patio y después yo me fuí a
descansar
al hotel y Marisa volvió a los encuentros: se esperaba a Teresa
Rodríguez pero se encontraba con jaqueca: pretexto que me suena mucho,
pero en fin, dejémoslo correr. Al fin y al cabo yo preferí siestear.
Pasé la tarde en el hotel, leyendo Salamina de Javier Negrete, hasta las diecinueve horas, en que volvió Marisa para descansar un poco y arreglarse para la cena: habíamos quedado con el grupo en reunirnos en una taberna carcana a la Plaza Corredera. Fue una cena agradable, yo todo rodeado de mujeres: Dos de Granada, otras dos de Badajoz, una gallega residente en Cádiz... perdonad las aludidas: no me acuerdo de vuestros nombres.
De la cena en la taberna nos fuimos a la fiesta aquelarre: estuvo divertida.
Pasé la tarde en el hotel, leyendo Salamina de Javier Negrete, hasta las diecinueve horas, en que volvió Marisa para descansar un poco y arreglarse para la cena: habíamos quedado con el grupo en reunirnos en una taberna carcana a la Plaza Corredera. Fue una cena agradable, yo todo rodeado de mujeres: Dos de Granada, otras dos de Badajoz, una gallega residente en Cádiz... perdonad las aludidas: no me acuerdo de vuestros nombres.
De la cena en la taberna nos fuimos a la fiesta aquelarre: estuvo divertida.
Domingo 4 de octubre
Y llegamos al domingo cuatro de octubre, el más entrañable para mí, porque visité la Casa Sefarad, situada detrás de la Facultad, entre las calles Judíos y Averroes, y tuve la suerte que la visita fue guiada por el director de la casa, de cuyo nombre, como vuelve a ser natural, no me acuerdo. Fueron dos horas formidables de visita guiada por una casa que no es muy grande pero sí muy interesante: nos habló el guía de la historia de los judíos, de las expulsiones, de la cocina judía y de su música, acompañando la exposición de canciones sefardíes interpretadas por él mismo. Me llamó la atención algo que tiene que ver con el motivo de nuestro viaje: en la sinagoga se reunían sólo los hombres: las mujeres se iban al cuarto de las mujeres.
En una de las salas de la casa había unos paneles que hablaban de mujeres importantes de Sefarad: Raquel, la Judia de Toledo, La Bella Susona, Mariana de Carvajal, Qasmuna, María Cazalla, Inés Herrera, Dolcich, Na Floreta, Teresa de Cartagena...y muchas muchas más.
Os dejo el enlace por si deseáis saber más sobre el lugar
www.casadesefarad.es
En resumen: unas jornadas inolvidables, y una organización, a pesar de algunas ausencias y cambios de programas de última hora, perfectamente organizada.